El Correo de Burgos

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SI AL GOBIERNO que suceda al actual, sea el que sea, se le ocurre apartar en plena crisis decenas de millones de euros para equipamiento tecnológico destinado a la escuela concertada, negándoselo a la red pública, el cojo manteca volvería a las barricadas y el rugido de ciertas élites no tendría fin. Sin embargo esa propuesta está en la llamada Ley Celaá que la ministra defiende con ese rictus que le es propio para colocarse por encima de las críticas. Las protestas apenas han hecho eco, porque las voces en favor de la educación concertada son apenas susurros que poco pueden hacer en contra del pensamiento dominante. Esta es una más de las muchas acciones que a diario nos confirman la verticalidad de la gestión de los gobiernos. Arriba mandan y abajo, obedecemos. Los políticos, los gobiernos, son como los hijos malcriados que permanentemente buscan los límites del control de sus padres y empujan siempre para conseguir más. Si toman el control, por debilidad, incapacidad  o puro agotamiento, uno esta perdido y queda en sus manos, al albur de sus deseos. Entonces uno se deja llevar y acaba aplaudiendo por las ventanas. Si hasta lo confirman las encuestas del CIS que afirman con ‘datos’, que la mayoría de los españoles está a favor de que los partidos políticos lleguen a acuerdos y dejen de enfrentarse entre sí. Ojalá nunca llegue el día en que los políticos discutan y porfíen por sacar adelante sus ideas, porque entonces viviremos en el pensamiento único que tanto daño ha hecho en Europa. De momento avanzamos por mal camino, cunde la falta de respeto por los administrados y se normaliza la gestión por decreto y el recorte de derechos y libertades. El sectarismo gana terreno y la gente corre a cerrar filas. En Castilla y León, donde nos hemos colocado la etiqueta de muy transparentes, también se gobierna en vertical. Nos almorzamos este domingo con un recorte de la desescalada que descolocó y enojó a cientos de hosteleros de Burgos y de Castilla y León. En el caso burgalés el viernes por la tarde se preparó con altas instancias de la administración las pautas para la fase 3 y el domingo se encontraron con la noticia en el BOE de que no se podría despachar en la barra de los bares. Nadie les había advertido en vísperas pudiendo haberlo hecho en cualquiera de las reuniones. Quizá no se quiso o quiza no se sabía lo que estaba por venir. En definitiva, es un ejemplo más de que gobernar se hace más fácil cuando se deja de tomar en cuenta a los administrados. Como a nuestros vecinos del medio rural, para los que, por ejemplo, no existe la igualdad de oportunidades en materia de acceso a la sanidad. Dará igual que se quejen, porque su voz tampoco es más que un susurro.

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