El Correo de Burgos

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UN MATRIMONIO feliz no tiene precio, pero un divorcio sí. Así comienza una de las campañas publicitarias más agresivas del momento y que ha tenido la visión publicitaria de volver a darse a conocer después del período de confinamiento posterior al coronavirus. 

Es relevante que se haya podido hacer una campaña basada exclusivamente en la falta de estabilidad “parejil” por tener que compartir la falta de cercanía previa existente con el exceso de cercanía durante el confinamiento. 

Todas las encuestas, estadísticas… han coincidido en que cualquier pareja que haya tenido que armonizarse de manera forzada en la misma vivienda, con las mismas circunstancias, problemas, agonías…etc., es muy fácil que haya acabado con problemas personales graves, llegando, en casos, a la ruptura. 

Posiblemente, la aparición de estos vehículos “divorcionetas” haya ayudado a esas personas que, debido al confinamiento y sus inconvenientes, hayan debido finalizar de manera expedita su relación, evitando la manera agresiva. Los motivos pueden ser variados. No importa. El exceso de relación ha acabado con el amor y cuando se acaba el amor, se acaba la pareja y por lo tanto es necesario romper el vínculo. Se suele decir en el ámbito del derecho matrimonial que la peor manera de mantener una relación es, sin duda, mantener un matrimonio infeliz. Pero, ¡ay!, la relación solamente la puede romper Dios o la Ley. 

Salvando la parte estrictamente laboral en la que, según casos, alguien haya podido pensar que se ha rozado el intrusismo o la competencia desleal, evidentemente es una buena idea que llama la atención. Conseguir un divorcio por 150€ parece a día de hoy casi imposible, pero si ellos lo dicen será que pueden hacerlo. Pero, desde mi humilde punto de vista, hay que recordar que un divorcio no es un capricho, sino una necesidad y eso no es ninguna frivolidad, así que la idea de estos Despachos de abogados conduciendo una furgoneta tuneada, nunca debe llegar a verse como si se estuviese vendiendo melones. 

Aunque, en otro ámbito, quizá la “divorcioneta” pudiera dar alguna pista al presidente del gobierno. Si la furgoneta estuviese aparcada frente a la puerta de Moncloa, el presidente podría plantearse pedir información sobre sí sería viable un divorcio de sus socios de gobierno. A estos precios no podría poner traba alguna, decir que es demasiado caro o que no sirviese para su propio contubernio.

Las posibilidades reales que da este sistema de la “divorcioneta” para dar fin al matrimonio de conveniencia con quien está cohabitando, ahora mismo, son innegables. Por una módica cantidad podría hacer un divorcio y deshacer urgentemente el amancebamiento que está manteniendo con Podemos y la compañía, que realmente no está llevando a nada ni a los españoles, ni a él mismo.

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