El Correo de Burgos

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HOY 28 de diciembre y día de los Santos inocentes no es broma, la vacuna ha salido a la calle para plantar cara a esta peste moderna que nos arrincona. Es verdad, estamos demasiado interconectados y sobrepasados de información y decisiones que toman otros. A mi, casi no me da tiempo a observar, ordenar y discernir lo propio de lo extraño. Puede que al esforzado lector le pase igual o parecido cuando ve que otros dicen cómo ha sido este año, sordo y ciego. Por encima de los demás, cada uno sabemos bien lo que han supuesto estos casi 12 meses de resignación que han jugado con nosotros como marionetas. Para muchos, trabajo y relaciones personales descarriadas. Para otros, además se han marchado seres queridos sin poderse despedir. Sin duda, de esta vamos a salir curtidos y templados, ojalá el corazón no se cierre a lo bueno que está por venir. Intuyo que en pocos meses y quizás para primavera, salgamos con más ganas que nunca a gastar dinero, ese que existe en nuestra imaginación y se gana mes a mes. Europa repartirá una lluvia de euros a países como el nuestro y caerá como agua de mayo. Esa tormenta se estampará en fábricas de moneda y timbre como la de Burgos, con papel fino como el de fumar.  Los miles de millones de euros que salgan de Bruselas son tan intangibles como un espejismo en la arena o el arco iris de las laderas. Llegará a España, a cada ciudad, a cada aldea y barrio para llenar de nuevo las bolsas y el comercio. La calderilla otra vez hará música en nuestros bolsillos al tiempo que no dolerá invitar al amigo y soltar una propina de vez en cuando. Pero hay una gran mentira detrás y que se esconde, tendremos que devolverlo durante los próximos 25 años a sangre y fuego. A muchos no nos dará tiempo y tendrán que ser nuestros hijos quienes paguen la chance con una merma importante en su calidad de vida, por estar en este continente viejo y fuera de juego. El proyecto europeo ha fracasado por no tener como horizonte y rival al sueño americano que también se resquebraja. Asia crece exponencialmente con chinos que trabajan como chinos. Todos compramos en su gran tienda sin fronteras. De esto se han dado cuenta a tiempo los británicos a quienes admiro. Tozudos, individualistas y tenaces, abandonan en Nochebuena el barco en el que nunca estuvieron del todo y hacen bien, serán más libres, ricos y como siempre inundarán nuestras playas.

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