Mareas vivas en Castilla y León
DESESCALADA y moción de censura. Dos movimientos en las antípodas para estas semanas tan inciertas en Castilla y León en las que el coronavirus no termina de dejar de amenazar con su tercera ola y en las que en política entramos en etapa de mareas vivas que agitan el fondo y enfangan las aguas. Mientras por un lado se trata de devolver cierta normalidad a la vida de los ciudadanos y las empresas, descomprimiendo la olla a presión de las restricciones que se han venido aplicando con severidad durante semanas, por el otro salta por los aires el espíritu constructivo que los grupos parlamentarios rubricaron en Castilla y León hace un año, cuando la epidemia del coronavirus metía mucho miedo y nadie quería quebrar el responsable respaldo institucional a los diferentes niveles de gobierno. Hoy la marea sube y levanta por igual a todos los barcos, los que reman a favor y los que van a contracorriente. Lo malo que tienen las mareas vivas es que igual que suben mucho y arriman el agua a lo más alto de la playa, cuando bajan arrasan con fuerza y se llevan mar adentro todo lo que no está bien sujeto. Para navegar en marea hay que tener buena mano y no lanzarse sin conocer donde están las corrientes. No se hacen experimentos. Entre la desescalada y la moción de censura, dos mareas opuestas, me preocupa más lo primero. Entre otras cosas porque Burgos presenta un ritmo de evolución del contagio de coronavirus completamente desacoplado del resto de la Comunidad. Tanto es así que tiende a subir por momentos, porque hay determinadas zonas de la provincia en las que el riesgo está en un nivel muy alto y la capital sigue con un riego medio, sin acercarse siquiera al umbral inferior. Además, varias provincias limítrofes, las que tienen más conexión laboral, tampoco terminan de superar la tercera ola. Lo preocupante aquí es que la epidemia se cronifique y mantenga un nivel de contagio medio alto que siga produciendo víctimas y todo tipo de restricciones. Por eso no me parece mal que se baraje el cierre perimetral de cara a Semana Santa, no sólo en esta provincia, sino en todo el país. Incluso tendría lógica una estrategia de cierre perimetral para aquellos municipios que están más afectados, siempre, eso sí, que se mantengan los permisos de actividad actuales sin volver a cerrar las puertas a la hostelería, los centros deportivos, comerciales o la cultura. El cierre perimetral y los aforos restringidos con distancia de seguridad no son incompatibles y, de hecho, se aplican en comunidades donde saben más de mareas vivas que la nuestra. Y funciona.