El Correo de Burgos

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LA VOZ de Castilla y León queda a menudo silenciada en los salones del poder de la Villa y Corte de Madrid donde no resuenan nuestras reividicaciones ni aun acompañadas de un coro de quejas similares de otras comunidades autónomas. Castilla y León sufre sus problemas desde la más absoluta irrelevancia en el concierto nacional de una forma demasiado frecuente, con lo que a los ciudadanos de esta autonomía se nos condena a ser españoles de segunda por la aplicación de la dinámica política que nunca nos ha dado la importancia que esta tierra merece. Últimamente parece que el debate de la despoblación sí entra en el juego de la política, aunque sea en palabras huecas dichas con buenismo para rellenar discursos que nadie compra, pero no hablemos hoy de la España Vaciada, sino de la España desigual. Quiero referirme hoy concretamente a una de las reividicaciones que desde el Ejecutivo autonómico han sido más injustamente despreciadas y que forma parte de la gran vileza de la política del periodo democrático: su vilipendio de la Educación. En estas fechas en las que los alumnos de Castilla y León están en pleno proceso de matriculación en las diferentes  universidades volvemos a comprobar los efectos de un sistema educativo descentralizado y tramposo que perjudica gravemente a nuestros estudiantes. Está dicho una y mil veces, pero no deja de ser menos cierto en esta ocasión que el nivel de la Educación en Castilla y León y el baremo que se establece en la EBAU autonómica es muy superior al de otras comunidades. Como consecuencia, alumnos de otros territorios con notas regaladas o, al menos, dulcificadas copan las carreras más demandadas. Leáse el caso de Medicina en Salamanca donde los alumnos que proceden de Andalucía y Extremadura copan el 40 por ciento de las plazas de nuevo ingreso. Para que se hagan una idea, hay 110 estudiantes andaluces en la lista de admitidos y sólo 30 de Castilla y León, que es la cuarta comunidad en número de admitidos por detrás, léase bien, de Extremadura, Canarias y Castilla la Mancha, que junto con Andalucía son la santísima trinidad del mal rendimiento escolar, según el mismo informe Pisa que, año tras año, coloca a Castilla y León en los puestos cabeceros cuando no la primera. Cuando hablemos de la España de las desigualdades y los desequilibrios, de la doble vara de medir, de los agravios comparativos, tengan siempre en cuenta esta conjura en contra del talento y el esfuerzo de nuestros jóvenes. Ojalá que de una vez nuestra comunidad y otras en situación similar sepan dar un puñetazo en la mesa y exigir un modelo único de Educación y de pruebas de acceso para garantizar la igualdad de oportunidades. Lo que se hace con la Educación en este país no tiene nombre.

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