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Con la cabeza fría y los pies calientes, se piensa mejor. Para esto, la nieve ayuda. En el juego, el amor y la guerra todo vale, aunque hay reglas. La cosa es, ganar. No hace mucho, parecía posible que el péndulo regresase al punto de partida en la alternancia de bloques parlamentarios. Dicha sea la cosa que, en las siguientes, les tocase mandar a las derechas. Un PP en coalición con Vox omnipresente y algún que otro partido de nuevo cuño de talante liberal, ecologista o la puerta que se abre con la suma de plataformas de esta España Vaciada. Aún estamos a tiempo de ponerle nombre y bien pudieran ser, EVA. E de España y VA de VAciada. De esta forma, nuestra patria volvería a ser fértil y sensata, femenina que no es lo mismo que, feminista. Necesitamos a EVA para poner orden en fondos de armario y administrar la despensa nacional. Teruel apareció en la península con un particular lamento al entregar su cuerpo al carnicero. La ultrajó y usó de almohada como Miguel Ríos en la versión, ojos de gata. La noche de Reyes del 2020, Guitarte, diputado gris de Teruel Existe, dormía fuera de casa por miedo a perder la hacienda al prestar su voto decisivo en la investidura de Pedro Sánchez el excomulgado y luego renacido. Hay muchos Teruel vaciados, olvidados y engañados. Miles de pueblos y villas ven abierta su tumba a la dignidad y futuro que soñaron abuelos cuando legaron tierras y cuadras. Un nuevo llanto cuaja en forma de nido vacío que peligra ser habitado por víboras como ya hicieron en el 15-M de 2014 de Puerta del Sol. Esa alma de ilusión espontánea para jóvenes y viejos de todas las castas políticas, robada por un pillo con coleta que cuatro años después, se la ha cortado. Hoy trama algo entre platós televisivos. No hay fuerza en la oposición a este Gobierno que viaja en un tren a punto de descarrilar. El PP aún no ha entendido que tiene que renovar sus raíces y de ello cortar por lo sano. Están los de siempre que se agarran al pescante como a un clavo ardiendo, caras que todos conocemos y hasta a veces, saludamos. Aire fresco es lo que hace falta, en Madrid y ayuntamientos grandes y pequeños, lo mismo en diputaciones y delegaciones territoriales. La política se ha convertido en profesión de la que vivir la mayor de las veces y en esto hay vacas sagradas, topos, dinosaurios y fontaneros. No habrá futuro en el PP mientras sigan la mayor parte de aquellos que están muy vistos y llevan en el partido, unos cuantos años haciendo méritos.