El Correo de Burgos

Creado:

Actualizado:

El efecto Valladolid a pocos días vista del recuento electoral en nuestras autonómicas causa furor y ni en los mejores tiempos los partidos se engalanaban tanto y mejor. Desde hace días todo son promesas y puesta en escena, no solo en lo Castellano Leonés que votaremos, lo es también en el resto de capas: por encima, la nacional de Madrid y por debajo la municipal en cada una de las nueve provincias. Nadie cuestiona ya, que el ensayo en nuestra Comunidad servirá como radiografía de contraste en un territorio neutro donde izquierdas y derechas históricamente han convivido. Lo que salga aquí que está a punto de caramelo, abrirá el camino y tendencia al resto del apetecido y apaleado territorio español.

El casi anunciado éxito de Populares apoyados por los seguidores de Ortega Lara, será el norte para las autonómicas también andaluzas. El adelanto electoral en ambos casos, no busca otra cosa por parte del PP que quitarse el lastre del pacto, ya se sabe, las derechas nunca han sabido gobernar tragando. Lo hacen mejor las izquierdas que forman piña con quien las apoye con tal de sumar y la muestra “el botón” con lo que pasa en el Madrid de los Austrias donde se está, pero no se gobierna. Las derechas nunca han sabido aliarse ni establecer pactos, aunque fueran diabólicos. Se echa en falta esas izquierdas que gobernaron años atrás con sentido de estado y escala de valores. Pero como si la maldición de la gitana acompañase el devenir de los Populares que digo, se subliman opciones efímeras como el partido pseudo liberal de Ciudadanos, pero se afianza para quedarse un Vox que ha aprendido a serenar su discurso. Que suma cada vez más, votantes de todos los espectros y edades. Que va a dar la campanada y no plantea su estatus como opción de bisagra exclusivamente. Se ansía el discurso audaz de parlamentarios o candidatos de talla, pero poco se argumenta y rebate.

El discurso de nuestros representantes en general es turbio, alejado del intelecto de mínimos que bien debieran superar. Salvo honrosas excepciones, la inteligencia política brilla por su ausencia y de lejos se acerca al común de los mortales. Dónde quedaron aquellos que antaño, llegaban a los corazones de la gente de a pie y cautivaban. A fin de cuentas, tenemos que votar por una cuestión pragmática puesto que, de lo contrario, el caos puede apoderarse de las urnas. Ojalá, algún día no se vote a partidos, sino a

tracking