Un reset
QUE BAJE alguien del monte y pare esta locomotora enfurecida de vagones que nos llevan a no se sabe dónde, ya casi en marzo de un año sin estrenar, colmado de bravuconadas de otros. Que nos dejen vivir serenos, que harto tenemos en casa con nuestra intendencia. Sabido es, el lenguaje intermedio que usamos la gente de a pie, tiene sus ritmos, sirve para entenderse e intercambiar cromos a diario. Nadie se pregunta en el cuerpo a cuerpo, si es de derechas o izquierdas, de extrema derecha o extrema izquierda, de Ciudadanos o bloques separatistas. En boticas y supermercados entramos sin cachear al farmacéutico y a la cajera si son del mismo parecer. Nos conocemos en la calle, hacemos vida y dejamos la política para quienes elegimos en la creencia que serán capaces de sintetizar nuestra forma de ser. Una vez y otra nos fiamos de ellos y tantas veces como lo hacemos, nos traicionan y demuestran su lejanía. Hay un lenguaje que nos junta en plazas y mercados, señoritos, jornaleros, peones, liberales, patrones, curas y militares. Las reglas del juego son claras y construimos heroicamente nuestro minuto de gloria, damos cancha a los demás y recogemos la cosecha. Tan solo necesitamos que nuestros dirigentes entiendan lo que somos y queremos ser, para que lo canalicen en sus palacios de papel. Pero ni eso, demuestran tanta torpeza y tiranía que envenenan las constantes vitales de nuestra democracia. Al paso que va la historia, habrá que inventar un nuevo sistema de representación que sea fiel a la verdad de las cosas. Un insulto a la inteligencia social, lo que pasa con el Partido Popular en el Madrid de los Austrias. No puede haber otra lectura, o nos consideran intelectualmente imbéciles o pisan otro asfalto distinto al que el sol ilumina cada madrugada. Los aprendices para escaños del PP en su largo deambular desde que hacen cantera, son abducidos por una regla monástica que capa sus cerebros y cuartea su corazón. Los trapos sucios se lavan siempre en casa, veíamos venir la bronca entre las dos facciones del Partido Popular, la renovadora y la anquilosada. La aromática de Ayuso o la que canta a pachuli de Casado y Egea. Antes o después tenía que reventar, pero nunca así. Difícil pronóstico en el epicentro del terremoto que ha sacudido la escena política. Mis augures me cuentan que será la morena de ojos grandes y negros quien gane esta pelea y sepa perdonar a sus verdugos. De esta victoria no se alegrará quien hoy lleva el País a la deriva y sus separatistas. Por fin, un reset en política.