Pamplinas de Ciudad
HOY SE NOTA el fresco en este 3 de octubre del 22 que enfilamos la recta final de año como un dardo, apuntando a navidad. Hay quien dice que ya ha visto poner luces en los centros comerciales, para rascarnos las carteras. Frenético ritmo que nos empuja sin que nada podamos hacer más que el rápido recuento de historias vividas en doce meses que han traído más lágrimas que risas. En la intendencia particular, me ha tocado encender la caldera a gas de mi oficina, cuando pocos días antes, a final de agosto, tiraba de aire acondicionado. Aquí, pasamos del calor al frío, como del blanco al negro. En casa, donde puse chimenea en el salón para adornar y por si alguna vez me daba por prender unos troncos, llega la hora de la verdad. He investigado dónde comprar buena leña y barata, cortada a medida y de encina. Un remolque de 1.000 Kg de buena madera en los tiempos donde el gas natural era amigo de los hogares, salía aproximadamente a 100 euros, puesto a pie del hogar. Hablo del 2010. Doce años después, la tonelada de leña, se ha triplicado y sale a no menos de 300 euros. Esto es lo que hay, si quieres lo coges o lo dejas, en Villafranca Montes de Oca que es de donde la vengo a traer y más barata sale, con transporte incluido. Para los que vivimos en comunidad de vecinos con caldera central y contadores individuales, tener la casa caldeada como años atrás, también se ha triplicado, pasando de una media de 80 euros al mes a 250. Esto pinta mal, o buscamos alternativas o habrá que ponerse la mantita de la abuela en las rodillas cuando nos sentemos en el entrañable sofá, además de calcetines de lana y albornoz. Cómo dato verídico, en el gran barrio conocido de Burgos, de nombre Polígono Río Vena con 715 viviendas, el coste del gas se ha triplicado. Una gran caldera de gas suministra calor a los 4.500 radiadores, grifos, lavabos, duchas y bañeras. Pocos conocen que en este barrio, existe lo que se llama “red de calor”, concepto energético que lleva implantado decenas de años en países del norte y centroeuropa. Producir calor de una vez y no por separado, para conducirlo con tuberías enterradas por las calles, llegando a cada uno de los edificios y viviendas. En Palencia y Aranda de Duero cuentan ya con distribución de energía por agua caliente que circula por las avenidas, partiendo de una central gigante que quema astillas, leña, biomasa y lo que se tercie. En breve, en muchas urbes, miles de viviendas y edificios públicos, se beneficiarán de energía más barata y estable, que la que esclaviza el gas natural. Sin embargo, en Burgos, no acaba de arrancar este concepto global. Nuestro Ayuntamiento debería priorizar esto y dejarse de otras, pamplinas de ciudad.