El Correo de Burgos

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Esto apunta a la Navidad, miremos como lo miremos. Con pino de luces plantado en Plaza Mayor, el alcalde De La Rosa y desde su balcón, hace balance del 22 encamado con su pareja política de conveniencias, el líder de Ciudadanos Vicente Marañón. Va a ser que termine la legislatura sin ruidos, sin chicha ni limoná, presupuestos aprobados con alfileres en las reglas del juego, por mal que siente a Populares, Vox y Podemos de nuestra preciosa capital castellano leonesa. Tierras del Cid que si levantase la cabeza, buscaría la Tizona para enderezar lomos, voluntades y destronar a reyezuelos que no dan la talla y han hecho es este feudo, su hacienda. Se ha demostrado que los presupuestos municipales anticipan gastos en mejoras de barrios y barriadas, que es donde se hace la vida y la noche. Presupuestos que se anuncian a bombo y platillo en el momento apropiado y pasado el ejercicio, no se ejecutan más que en una pequeña parte. El dinero asignado, no se gasta y se pierde. También con fuegos de artificio se crearon los famosos Distritos de Ciudad, que pretendían dividir, o mejor dicho, clasificar a Burgos en zonas controladas por los partidos políticos que por cierto, presiden el organigrama de cada uno de ellos. Nada pasa ya en ningún barrio sin que recorra el tortuoso camino del engranaje asociativo y estatutario, laberinto insalvable donde cualquier mensaje que parte de la gente de a pie, se pierde antes de llegar a instancias del Excmo. Ayuntamiento. Urbanizar y arreglar calles, dotar de infraestructuras y servicios urbanos, realquilar un bar de barrio, contratar las fiestas patronales con chori morci, pagar a los músicos y la pirotecnia, rebajar bordillos, poner contenedores de basura en su sitio, amén de paradas de bus y mil asuntillos que son el día a día de los burgales@s que para llegar a pedir una cita con el alcalde o concejal de la cosa, prefieren morir en el intento. Parece también que hay raseros distintos que se aplican o expedientes que cursan a distinta velocidad, cuando a unos se les exige ejecutar en plazos las normas legales y a otros, quien sabe. Vallados y apeos que forman ya parte del paisaje urbano del centro y sin saber por qué, a algunos se les tolera. Solares sin edificar en el casco histórico y barrios, edificios en ruina que al parecer, no tienen propietario a quien notificar. Al parecer, digo. Estas migas de pan se cuelan como chinas en el zapato y hacen recordar tantas y tantas promesas de precampaña allá por el 2019 que nos metieron por los ojos cuando pegaron carteles. Se repite la película en nada, una vez más.

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