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LAS MÁS pequeñas, como nueces. Un cuchillo abrelatas y rompetechos ha rasgado nuestra provincia este fin de semana de oeste a este. La tormenta deja en barbecho el campo tan apaleado, desde Melgar de Fernamental hasta Lerma. Ciudad Ducal gafada en estos últimos años cada vez que expone su feria. Hoy es el día del trabajador, para los que aún seguimos y de vez en cuando caemos en la tentación de pensar en la jubilación. Con un café caliente de madrugada, es buena ocasión para rendir cuentas a uno mismo. En Madrid han estirado el puente hasta casi acueducto y mañana están de jarana celebrando el día de su Comunidad Autónoma. Isabel Díaz Ayuso vigila desde la tronera del castillo los dardos envenenados que harán más daño que el granizo de Burgos. Los dos partidos de toda la vida, se vuelven a ver las barbas después de la inmadura catarsis de derechas y la vertiginosa autodestrucción de izquierdas. Todo está por ver, ningún pronóstico ni augures que puedan acertar lo que suceda la noche del veintiocho con las urnas ya abiertas y avanzado el recuento. Pase lo que pase, quedará un inmenso espacio temporal de meses hasta que de nuevo nos llamen para quitar y poner presidente en Moncloa el diez de diciembre o puede que en enero del veinticuatro. La lección que saquemos de estas autonómicas y locales, puede diluirse y no servir de nada para dejar las cosas en su sitio y dar oportunidad de gobierno a otras caras. Socialistas manejan como nadie la propaganda ideológica que hurga en el complejo intelectual de los herederos de quienes ganaron la guerra. Reescribir la historia no se puede, por muchas leyes que refresquen artificialmente la memoria, porque está escrita a sangre y fuego en los tomos de la enciclopedia Espasa. Por acá cerca de nuestra preciosa ciudad de Burgos, hay quien quita y pone alcaldes de un plumazo. Siempre desde sórdidos despachos donde se barajan candidatos. Como un espejo de lo que suceda en España, lo mismo seguirá Dani el de la Rosa o puede que quizás, Cristina Ayala. Lo cierto, hay que andarse con ojo cuando se habla de estas cuestiones entre parientes y amigos que los puedes perder para siempre, puesto que la convicción partidista es el arma pesada para vencer al enemigo. A ese que envidiamos, al que no entendemos, al que supuestamente vive mejor, al que siempre convence con una sonrisa y buenos modales.