El Correo de Burgos

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Recuerdo haber repetido el sermón en esta humilde columna periodística de provincias, al menos cinco veces y siempre en vísperas de estas elecciones municipales. La curiosa cuestión es que cada repetición se distancia los cuatro años que tiene una legislatura y con lo que matemáticamente se deduce que llevo escribiendo en El Mundo - El Correo de Burgos en torno a veinte años. Han pasado alcaldes, concejales, engaños, aciertos y desventuras pero si algo iguala por los pies a todos los grupos políticos es, la capacidad de pretender comernos el coco a pocos días vista para atraparnos en esa torpe tela de araña que tejen con desventura y falta de convicción. Es de entender que han de esforzarse en parecer imaginativos y buenos gestores, todo en caso de poder operar con la mayoría de escaños necesaria y suficiente. No hablo de quién ganará, que lo dejo para el próximo lunes, sino qué harán quienes consigan gobernar casando piezas del rompecabezas. Derechas con derechas. Izquierdas con izquierdas. Liberales, por desgracia ya quedamos menos cada vez y se echa en falta una logia masónica en Burgos para crear el temido contubernio al que se refería en sus discursos de los setenta, el innombrable que inauguró tantos pantanos. Que lo dicho no se saque de contexto y vuelvo a reclamar una vez más la gran deuda que nuestros gobernantes tienen con la Ciudad. La han llevado todos en su agenda electoral para luego esconderla cobardemente. Hemos vivido el pasado jueves, el magnífico evento organizado por FAE donde se premió merecidamente a algunos de los que llevan muy alto el pabellón empresarial de nuestra capital y provincia. Sin duda, el acto social más importante que se produce cada año y de carácter abierto a los burgaleses. Prohombres de capa y espada que abren camino sin ruido, alejados de autoproclamación y vanidad. Empresarios y empresas hacen que seamos lo que somos y estemos donde estamos tirando de la economía nacional, pero no tenemos paradójicamente el lugar donde se compara y expone, donde se vende y compra. No tenemos un recinto ferial como otras ciudades tienen, incluso con menos peso específico que la nuestra en esto. Cuando no había entendimiento para encontrar el sitio, había ganas y dinero o al revés, el caso que seguimos sin una segunda catedral de acero y cristal que nos dignifique. Como Dios manda, un Recinto de Ferias y Muestras.

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