Suerte, valor y al toro
LOS TOREROS buenos salen a por todas desde el principio de la faena sin esperar a ver si el toro tiene o no condiciones. Mandan y llevan al animal por donde esperan cuajar la faena. Seguir esa práctica en la vida civil asegura que nunca se pueda reprochar que se dejó de intentar la tarea por ardua que pudiera parecer. Se conoce que el bipartito que ya gobierna en Burgos nace con ese instinto y se ha conjurado para acometer una tarea en la que han fracasado todos los gobiernos municipales anteriores. Supogo que no por falta de ganas sino por los palos en la rueda habituales en esta ciudad que no progresa sino por donde la dejan. El primer gran proyecto de la alcaldesa Cristina Ayala va a ser el desarrollo del proyecto de una gran feria de muestras en Burgos, una dotación que yo mismo he reclamado desde esta tribuna en más de una ocasión desde que vi las instalaciones de las que dispone una capital como Jaén, de mucha menor población que Burgos. El desafío está en que esta Expo Burgos se pretende levantar donde quiere el Ayuntamiento y no donde dicen otros. Se hará en terrenos municipales con lo que el trámite administrativo será casi instantáneo y el coste muchísimo menor. Quienes esperaban rascar de más ya están rabiando. Peligro. Entre las ventajas, que algunos mutarán en argumentos en contra, está su ubicación preferente en el polígono de Villalonquéjar, su cercanía con la ciudad y la industria y la solución adicional que aporta al problema del emplazamiento de las barracas durante las fiestas. Da la razón, además, al exalcalde Daniel de la Rosa en su decisión hace dos años de subir las atracciones de los feriantes al polígono, lo que le da base para negociar el apoyo de los socialistas a su proyecto. De fondo, está el fracaso municipal de décadas en la promoción industrial, pese al enorme peso de este sector en la capital burgalesa que sólo se explica por fuerza de la iniciativa privada cuando ha sido capaz de vencer las trabas municipales. Ayala tiene la ocasión de aprovechar este proyecto para reescribir la política industrial de la ciudad en la que no estaría de más recuperar la gestión pública de los consorcios del poligono y el desvío. Un recomienzo que dé participación a distintos sectores de la economía local a través de un consejo asesor que sea elegido de forma muy medida y previsora para que nadie arrime el ascua a su sardina y para ver venir a los tiburones. Será necesario que se coordinen los planes que ambiciona el bipartito en este campo con los que propondrá a la Junta para el malogrado parque tecnológico una vez sea una realidad y todo ello bajo el paraguas de un plan estratégico de verdad, no una sarta de caras obviedades con las que nos estafaron cuando lo propuso el alcalde Olivares hace 20 años. Suerte, valor y al toro.