Leslie y Hammond
España sicodélica
Hoy sí, es hora de entrar en faena y despertar de la siesta del oso en verano. Lunes a cara de perro con la mayoría de los que regresamos, de mala leche. Esa mala leche española que se nota en bares y tabernas, la que pasea por tiendas, talleres y despachos, la que se apaga con una cerveza y un cigarro. Sabíamos que en poco más de dos semanas y en nuestra ausencia, los que mandan en lo cerca y lejos la han tramado en reuniones de corbata y pantalón vaquero. Poco a poco y a cuentagotas, nos enteramos de lo que sube el pan y la sal, por no decir el aceite de oliva. Un otoño que se adivina cuesta arriba incluso para los que ya no compramos libros de primaria o secundaria o como lo llamen ahora. La cuestión, que nos quiten lo bailado en la playa o montaña. El turista español, como todo lo español, se adapta a lo que le echen y traga más que nadie. No hay parné, según se dice pero no se entiende que las pensiones, hoteles y casas rurales estén a reventar aún hasta mitad de este septiembre. Nos gastamos lo que no tenemos y que sea lo que dios quiera, aquí nadie es menos que nadie y de nuevo, la chulería española es como ninguna. Parece que empieza a decirse también que al tren europeo en el que viajamos, le chirrían los ejes y su locomotora alemana está vieja. Que le cuesta competir con otros que de largo recorrido, atraviesan Asia y países emergentes. Somos un continente viejo de viejos y viejas, donde las parejas pagan un alto precio por sumar dos sueldos a fin de mes para los gastos y la hipoteca. En las dos últimas décadas, las mujeres son madres quince años más tarde que lo fueron nuestras abuelas y madres también. Nos preocupa mucho el carácter social de la convivencia y las desigualdades, el equilibrio de clases y el salario mínimo vital que nos quite el hambre. De la inteligencia individual se está pasando a la inteligencia colectiva de la que nadie podemos escapar y parece que cada vez más, habitamos un castillo de naipes que se va a desmoronar. Parece que fue ayer que prohibieron pasar de 120 en autopista y tragamos, prohibieron fumar y lo hicimos, de pagar impuestos nadie que curra se libra, nos confinaron y cantábamos por la ventana en una histeria de felicidad colectiva. Nos venden la moto y roban la cartera con guante blanco desde parlamentos y escaños. Tragamos con todo lo que nos dictan en esta España de pandereta, vaporosa, sicodélica y mal repartida.