Leslie y Hammond
A calzador
Desde la lejana perspectiva que tenemos los nietos del drama de nuestra guerra civil, apuntamos nombres en la libreta de notas. Aquellos que han pasado por el Congreso de Diputados en la Carrera de San Jerónimo, corazón del Madrid de los Austrias. El pacto por futuro reconstruyó una España rota de hambre, resentimiento, venganza y excesiva duración del mandato de los vencedores, en manos del Caudillo. A finales de 1975 Franco pensó dormir el sueño eterno blindado por sillares de granito en el Valle como hicieron los faraones cerca del Nilo. Nada es eterno que guarde la arquitectura como ya se ha visto, porque te desentierran sin honores y te llevan a otro sitio. A los que nos queda un suspiro para jubilarlos incluso anticipadamente, estos recuerdos nacen de cuando éramos preuniversitarios en una ciudad como esta donde lo más alto era la torre de la Cellophane. La carrera y luego los primeros escalones de la vida, familia, hijos, amigos cercanos y clientes se juntaron en una densa franja de 25 años que llamaron “transición”, con ruido de bombas en el País Vasco. Los padres de la Patria dibujaron el puzzle autonómico que no fue otra cosa que dividir la Nación en pequeñas españas para que no se rompiese otra vez en dos, como predice Benito Pérez Galdós. Casi todas prudentes y herederas de su destino, pero algunas como Vascongadas y Cataluña con heridas cerradas en falso, al parecer. Por entonces ya pensábamos que algún día se haría justicia a aquellos que rompían la norma con bombas lapa y hoy que es cuando toca, poder contar a nuestros hijos que una vez hubo la guerra de nuestros abuelos que sirvió para fortalecer nuestros ideales de esperanza, trabajo, libertad y prosperidad bajo una misma bandera. Derechas e izquierdas han jugado bien bajo la ley del péndulo de Foucault en ese movimiento perpetuo que permite la alternancia política. Todos los presidentes y gobiernos hasta ahora han barrido para casa, apretado las tuercas ideológicas y han arrimado el ascua a su sardina. Siempre han pensado en clave de estado y ninguno se ha saltado las reglas que preservan la Constitución de un territorio único que hay que reconocer por su naturaleza y pan ganado con el sudor de la frente, siempre ha escorado un poco más hacia la izquierda. Ayer nos manifestamos en nuestra Plaza Mayor hasta llenarla, Burgaleses dolidos por la indignación de ver que un mal presidente como Pedro Sánchez, quiera meter a calzador a toda una Nación, como Fraga en su cabeza.