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Leslie y Hammond

Agustín Herrero

Pipas con sal

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Semana de puente arrancamos, con la Constitución y la Inmaculada Concepción. Semana mágica para holgazanes y perezosos, aunque a contrapelo para quienes pretendan llevar a buen término el cierre de año en talleres y despachos. En lo cercano, un Burgos que no termina de engalanarse por aquello de las prometidas luces de navidad que, al parecer, batirán récord histórico en cantidad y calidad. Al tiempo de hoy, el Excelentísimo Ayuntamiento ha tenido que dar explicaciones con lo sucedido en el árbol de los árboles. El que se ha izado sobre el estéril pavimento de granito en nuestra Plaza Mayor, luce sin luz y desconsolado, perfilado por seis cintas improvisadas que de costado recuerdan la silueta de nuestra insigne Gigantilla. 

Forzado regreso al medievo que me ha hecho sacar mis apuntes de Jesuitas donde Doña Berenguela La Grande, Beatriz de Suabia y Mencía de Mendoza y Figueroa tuvieron cintura de avispa y pelo cardado para candidatas como digo a gigantonas y damas de compañía de Diego Porcelos. Nada que se le parezca a este prematuro árbol de fiestas, precipitado e imperdonable aun cuando la excusa dice ser porque los adornos no han llegado al tiempo que se les esperaba. Algunos veían en el porte del abeto de 15 metros, una tienda de campaña reinterpretando en él un Belén posmoderno.

Algo tiene la luz que deja ver detalles las texturas con cambios de color y contraste. El equipo de Gobierno municipal del PP apoyado por Vox sabe que navega en mar abierto después de haber vadeado los 100 días de confianza. No puede haber errores en las intenciones ni reproches a una estructura administrativa coja que frena los expedientes, porque ya se sabía antes de ganar las elecciones. Son muchos los proyectos de ciudad que cuelgan del nuevo presupuesto municipal que está guardado con siete llaves en la mesilla de la alcaldesa. Presupuesto en el que de momento no ha participado el PSOE como oposición, amén que puedan o quieran en este diciembre que se lo exhiban para aprobarse el próximo febrero. Será como se dice el 2024 un año de proyectos en papel y los dos y medio que queden para ejecutar cimientos y obras. Esto ya se verá y haremos de humildes columnas de opinión como esta, crónica de ciudad cada semana y contar que por fin se inició el recinto ferial.

Lo cierto, el tiempo corre que vuela y nos comemos los años como pipas con sal. Mucha luz efímera como la de luciérnagas, pero ninguna alumbra generosamente y de una vez por todas el blanco de su caliza en la anciana de piedra que llamamos Catedral.