Al ministro de Cultura, Ernest Urtasun

Las afirmaciones del ministro de Cultura comparándonos con el colonialismo belga demuestran, en última instancia, estar más lejos de la verdad que yo, por ejemplo, del planeta Marte. Lo cierto sigue siendo que los belgas en 1958 todavía exponían a los negros en zoológicos. Sin eticidad, fueron verdaderos asesinos matando a más de 10 millones de personas, degollaron, expoliaron el país, su caucho, y eso sí que fue colonialismo depredador que deja a un país sin piel.

España, en las antípodas de esta cultura anglosajona, nunca tuvo colonias, tenía virreinatos «que era la propia España»; desarrolló leyes de protección hacia los indios, -las Leyes de Burgos 1552- donde, entre otras cosas, se les dio la libertad y se les permitió la propiedad al igual que los habitantes de la península, creamos infraestructuras, universidades, llevamos vacunas, construimos hospitales, etc. La diferencia entre un imperio generador y otro depredador no tiene ni punto de comparación.

La pregunta que hoy nos convocan es: ¿Por qué España es el único país ‘hasta donde yo sé’ que no se defiende de las mentiras e incluso se autolesiona rompiendo el principio de conservación? Para la hispanidad, el ideal del mundo era la búsqueda del bien, la verdad y la belleza, es decir, la búsqueda del bien común, y esa era la línea del pensamiento de santo Tomás, de la escolástica.

Ya en aquellos años se reflexionaba sobre el poder y la propiedad que tiene que favorecer a uno mismo, pero también a la comunidad, la economía estaba al servicio del hombre. En el protestantismo es bueno lo que es útil, como dictaminó Lutero, no importan las obras… incluso Calvino habló de que hay que enriquecerse y eso es lo que hará Inglaterra, Bélgica, Holanda: enriquecerse a toda costa desde el turboutilitarismo, las políticas extractivas y el simple egoísmo.

España, la Hispanidad, señor ministro, descubrió tres continentes y como primera potencia globalizadora y pese a lógicos errores, fue ejemplar, mestiza, y puso las bases de los derechos humanos.

Y recuerde que usted, señor ministro, solo ha podido ser ministro aquí, en España, donde nos autolesionamos, en cualquier otro país lo hubieran echado y punto.

Pero algo está cambiando, movimientos asociativos han exigido la dimisión y ha sido muy destacable el Protocolo de Santa Pola que ha surgido en defensa de la Hispanidad.