Leslia y Hammond
Nueva religión
Nadie con dos dedos de frente niega que algo pasa en el clima cuando no hace falta llevar paraguas en el maletero, camino a Santander donde cada vez llueve menos y cada vez nieva menos en Burgos que tanto nevaba. el reloj ha girado un cuarto de vuelta y las cuatro estaciones se han convertido en tres. Los almendros ya florecen inocentes e indefensos ante las próximas heladas. A saber si a este paso, vendimiamos en junio en vez de octubre. Nos está tocando vivir esto como algo más que real pero no hay quién se atreva a dar una explicación con absoluta seguridad científica. Es fácil entender que parte de culpa tiene esta especie bípeda a la que pertenecemos, que desde la revolución industrial del siglo XVIII metió la fuerza dentro de la caldera de vapor que movió montañas. Ardió el carbón y la madera, la escoria y el hollín pintaron de gris el cielo de Londres. La revolución tecnológica en busca de fuentes de energía, ha hecho daño a esta bola azul donde todo está interconectado en esa cadena de efecto mariposa. En esta situación de alarma, aparecen profetas del fin del mundo que resuena a trompetas del apocalipsis. En esto me pregunto una y otra vez si acaso nos estamos cargando el planeta de forma casi irreversible o participamos de una ciclo que nos acompaña en el tiempo. Nadie explica qué décimas de grado en la subida de la temperatura de las corrientes marinas, lo es por los cientos de volcanes que bajo el mar expulsan fuego desde hace miles de años. Nadie explica las toneladas de CO2 que generan los procesos naturales al arder bosques heridos por el rayo. Que la cosa no pinta bien, está claro pero que todo sea culpa nuestra, prefiero ser escéptico. Nace en esto una nueva religión global con un dios único e implacable que como todos, castiga a sus fieles con plagas no menores que las de Egipto. A esta catarsis ecologista se suman aquellos que ven en ella un brecha que no es otra que la del poco tiempo que nos queda. Metas con fecha como la agenda 2030, revolucionan a marchas forzadas la industria del automóvil y la eficiencia energética en nuestros hogares y trabajos. Imponen reglas forzadas en la agricultura, la ganadería, la pesca. Oportunismo y mentira se mezclan con visión, verdad y miedo en países desarrollados de nuestro viejo continente y la joven América. No contaminar nos sale muy caro y de nada sirve sin que lo hagan en Asia, India y Sudamérica.