Leslie y Hammond
Otros menesteres
Los tiempos que nos toca vivir, están revueltos por más que miremos para otro lado. No es cuestión de una generación u otra, porque convivimos jóvenes y menos jóvenes y lo que nos distingue además de la fecha de nacimiento y el número del DNI es el bagaje cultural y vital que llevamos en nuestra mochila. Los que peinamos canas de la hornada del 61, recordamos ecos de una España en la que todo sucedía más tranquilo. La transición desde una dictadura a nuestra ejemplar democracia parece que la empujaron otros, y otros sufrieron levantar el país en vías de desarrollo. Otros soportaron las bombas de Vascongadas que sonaban más en Madrid que allí. Otros orquestaron que fuésemos una pieza más del puzzle en Europa y en la ONU. Todo pasaba a cámara lenta entre apuntes, leche fría en los recreos y chuletas en los exámenes. Los que rondan entre veinte y treinta, son más prácticos porque la memoria histórica no les pesa. No han vivido la movida madrileña del gran socialista Tierno Galván cuando los mejores temas musicales brotaron de los pantalones de campana y fiestas en Marbella. No hay margen para la nostalgia en una joven generación que ha perdido las referencias y sólo quiere dejar el nido y volar a un sitio mejor. En ciudades como la nuestra, pocos jóvenes se quedan y si lo hacen es porque les va muy bien o porque no les queda otro remedio. No tienen conciencia política de ciudad, de región, de nación o continente. Ni falta que les hace por más que nos empeñemos en meterlos en cintura. Su sentir es universal y de esto tenemos que aprender a hacer ciudad, región, estado y continente. Los que nos sucederán están desconectados porque quienes vivimos el día a día, lo hacemos para nosotros mismos en un ecosistema mucho más cerrado que el que crearon nuestros padres y abuelos, donde todos convivimos y nos reforzamos. El diseño de una ciudad o ámbito mayor, pasa por pensar como lo hacen los jóvenes. Por eso, una concejalía como la de juventud, debería de ser mucho más que eventos programados y fiestas enlatadas en centros cívicos con botellón cero cero. Se echan de menos tres o cuatro concejales en el Ayuntamiento de Burgos, jóvenes a rabiar y no adscritos a ningún partido político que pusieran las pilas a quienes ven en el progreso sólo peatonalizar, sólo zona de bajas emisiones, solo tren directo, sólo facultad de medicina, sólo aeropuerto y sólo Burgos Río entre otros menesteres.